Vida Plena
Lograr una vida plena es una decisión que cada uno de nosotros debemos tomar a diario, ya que se trata de un compromiso que asumimos con nosotros mismos donde buscamos disfrutar de nuestra existencia. Sin embargo, muchas veces confundimos una vida plena con objetivos profesionales o personales, que no determinan el lograr la plenitud en nuestra vida.
El verdadero significado de lograr una vida plena es en muchas ocasiones desconocido para la mayoría de las personas, y es mal entendido como la capacidad de ser feliz. Una vida plena nos dará felicidad, pero nunca lograremos ser felices si no sabemos cómo lograr una vida plena.
La felicidad podemos definirla como un estado de bienestar interno que puede variar en duración e incluso en la razón por la cual lo sentimos. Los estados de ánimo tienen una influencia muy fuerte en si sentimos o no esa sensación placentera que nos hace sentir vivos, pero esto no excluye que nos sintamos inconformes con quienes somos. La felicidad puede ser alterada por factores externos que en momentos pueden hacernos sentir infelices.
La plenitud, por otro lado, es diferente de la felicidad ya que es una sensación de bienestar verdadero y duradero, es un estado donde aprendemos a disfrutar de la vida sin importar de las circunstancias externas. La plenitud expresa la condición de que algo ha sido llenado o contabilizado en su totalidad.
La plenitud expresa la condición de que algo ha sido llenado o contabilizado en su totalidad. Es un término que proviene del latín y significa completo o lleno, por lo que tiene un sentido cuantitativo. Es un gozo que brota de nuestro interior y que llega a convertirse en un propósito existencial. Llegar a una vida plena implica tener una vida equilibrada, donde uno controla sus emociones sin importar las circunstancias.
La plenitud es personal, e implica niveles de madurez y autodominio que se ven reflejados en un amor propio y en aprecio por la vida, que nos hace amarla por encima de cualquier obstáculo o situaciones difíciles. Ser pleno produce armonía interna, paz, tranquilidad, sensación de bienestar, una sonrisa sin razón; es un agradecimiento constante por la vida.
Alcanzar la plenitud debe ser uno de los propósitos más importantes en nuestras vidas, pues nos hace replantearnos quiénes somos y qué queremos, además de aportar grandes beneficios para nuestra salud integral. La plenitud es lo que da sentido a nuestras vidas, es como sentirnos cómodos en nuestra piel y realmente vivos. Debemos identificar si para lograrlo debemos reevaluar nuestra percepción y buscar la ayuda correspondiente. Una terapia apropiada puede ser la clave para alcanzar nuestro propósito: ¡tener una vida plena!

¿Qué es la espiritualidad?
Parte de la teología que estudia el dinamismo que produce el Espíritu en la vida del alma: cómo nace, crece, se desarrolla, hasta alcanzar la santidad a la que Dios nos llama desde toda la eternidad, y transmitirla a los demás con la palabra, el testimonio de vida y con el apostolado eficaz.
Por tanto, se busca doctrina teológica y vivencia cristiana. Si sólo optara por la doctrina teológica quitando la vivencia, tendríamos una espiritualidad racional, intelectualista y sin repercusión en la propia vida. Y si sólo optara por la vivencia cristiana, sin dar la doctrina teológica, la espiritualidad quedaría reducida a un subjetivismo arbitrario, sujeta a las modas cambiantes y expuesta al error. Así pues, la verdadera espiritualidad cristiana debe integrar doctrina y vida, principios y experiencia.
2. Así ha sido el testimonio de los santos. Santa Teresa de Ávila dice: “No diré cosa que no la haya experimentado mucho” (Vida 18, 7; Camino, prólogo 3). Pero ella valoraba también mucho el saber teológico: “No hacía cosas que no fuese con parecer de letrados” (Vida 36, 5). Y decía: “Es gran cosa letras, porque éstas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y allegados a verdades de la Sagrada Escritura hacemos lo que debemos. De devociones a bobas líbrenos Dios” (Vida 13, 16).
3. Hay varios peligros y errores en la búsqueda de una auténtica espiritualidad.
a) Por una parte, la ignorancia en los temas espirituales es grande y a veces lleva a que cada quien se forje su propia espiritualidad, su propio criterio. Se suele dar por supuesto que la conciencia y la mente están siempre bien formadas, y se sabe muy bien discernir lo bueno y lo malo. Pero, a decir verdad, no siempre es así.
b) Por otra parte, están también los que ofrecen doctrinas falsas o mediocres en temas espirituales. No es raro en temas de espiritualidad un subjetivismo arbitrario, que no se interesa por la Revelación, el Magisterio, la teología o enseñanza de los santos. Se contentan con seguir sus propios gustos y opiniones. Serán falsas todas aquellas espiritualidades que no conducen a la perfecta santidad y al compromiso apostólico, produciendo cristianos cómodos, sabihondos, soberbios intelectuales, o con ideas confusas, extravagantes y etéreas...que va sacando de la chistera un malabarismo pseudoespiritual, que intenta agradar y hacer reír a su público, ávido de espectáculo y de la comezón curiosa. Ya lo decía san Pablo: “No soportan la doctrina sana; sino que, según sus caprichos, se rodean de maestros que les halagan el oído” (2 Tm 4, 3). ¡Qué bueno es tener buenos guías espirituales! San Juan de la Cruz recomienda mucho “mirar en qué manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo” (Llama de amor viva, 3, 30-31). Y santa Teresa confiesa que “siempre fui amiga de letras...gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tenía de tan buenas letras, como yo quisiera...Buen letrado nunca me engañó” (Vida 5, 3).


4) ¿Hay una o varias espiritualidades?
a) La espiritualidad cristiana es una sola si consideramos su substancia, la santidad, la participación en la vida divina trinitaria, así como los medios fundamentales para crecer en ella: oración, liturgia, sacramentos, abnegación, ejercicio de las virtudes todas bajo el imperio de la caridad. En este sentido, como dice el concilio Vaticano II, “Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios” (Lumen Gentium 41a)....”Todos los fieles, de cualquier estado y condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (40b). Y en el cielo, una misma será la santidad de todos los bienaventurados, aunque habrá grados diversos.
b) Las modalidades de la santidad son múltiples, y por tanto las espiritualidades diversas. Podemos distinguir espiritualidades de época (primitiva, patrística, medieval, moderna); de estados de vida (laical, sacerdotal, religiosa); según las dedicaciones principales (contemplativa, misionera, familiar, asistencial, etc); o según características de escuela (benedictina, franciscana, ignaciana, etc.).
La infinita riqueza del Creador se manifiesta en la variedad inmensa de criaturas: miles y miles de especies de plantas, animales, peces, minerales. También las infinitas riquezas del Redentor se expresan en esas innumerables modalidades de vida evangélica. El cristiano, sin una espiritualidad concreta, podría encontrarse dentro del ámbito inmenso de la espiritualidad católica como a la intemperie. Cuando por don de Dios encuentra una espiritualidad que le es adecuada, halla una casa espiritual donde vivir, halla un camino por el que andar con más facilidad, seguridad y rapidez; halla, en fin, la compañía estimulante de aquellos hermanos que han sido llamados por Dios a esa misma casa y a ese mismo camino.
Hoy se da en la Iglesia un doble movimiento: por un lado, una tendencia unitaria hace converger las diversas espiritualidades en sus fuentes comunes: Biblia, liturgia, grandes maestros. Por otra, una tendencia diversificadora acentúa los caracteres peculiares de la espiritualidad propia a los distintos estados de vida, o a tales movimientos y asociaciones. La primera ha logrado aproximar espiritualidades antes quizá demasiado distantes, centrándolas en lo principal. La segunda ha estimulado el carisma propio de cada vocación, evitando mimetismos inconvenientes.
Sola es universal la Espiritualidad de la Iglesia que tiene en la sagrada liturgia su principal escuela, abierta a todos los cristianos. Todas las demás espiritualidades acentúan más ciertos valores cristianos y menos otros: una es metódica y reglamentada, otra tiene pocas reglas; una insiste en la oración litúrgica, otra usa más las devociones populares...Ninguna puede presentarse como absoluta para todos los hombres. La Espiritualidad de la Iglesia Católica trata de ser equilibrada entre doctrina y vivencia, entre teoría y práctica, entre contemplación y apostolado.
1. Conocimiento

2. Oración

3. Aplicación

4. Palabra de Dios

Consagración total a María: Método de los 33 días según San Luis María Grignion de Monfort
El método de consagración total a la Santísima Virgen María de San Luis María Grignion de Montfort, es también conocido como la «Consagración de 30 días». Esta forma o método de consagración se da durante un periodo de 33 días, de los cuales, los 12 primeros son considerados como «días de preparación». El día final de la misma, ha de coincidir con cualquiera de las festividades marianas (a la que el devoto le tenga más devoción).
Esta consagración es una devoción tradicional católica y no tiene vínculo alguno con la «consagración» de 33 días propuesta en Medjugorje.
Introducción
la fórmula de consagración total a Jesús por María de San Luis María Grignion de Montfort no se debe tomar a la ligera. Esto queda probado por el hecho de que el mismo santo aboga por una seria preparación, que consiste en doce días preliminares, para que el alma trate de vaciarse del espíritu del mundo, que es todo lo opuesto al espíritu de Jesucristo.
A éstos seguirán tres semanas de oración y meditación, durante las cuales el alma buscará un mejor conocimiento de sí misma (primera semana), de María (segunda semana) y de Jesucristo (tercera semana). Aunque se recomienda mucho este período preliminar, es obvio que el tiempo empleado en dicha preparación puede variar según las necesidades personales y las circunstancias.
Esperamos de todo corazón, que la verdadera consagración al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María, sea provechosa para todas aquellas almas piadosas que han tomado a bien llevarla a cabo, estableciendo un vínculo de amor eterno por medio de uno de los más sublimes regalos del Cielo: El amor infinito de la Madre de Dios por sus hijos.
Cómo llevarla a cabo
Para llevar a cabo la Consagración al Inmaculado Corazón de María, se ha de escoger la fecha de alguna de las principales celebraciones del Calendario Mariano, y contando desde esta fecha, retroceder 33 días y tomar aquel como punto de inicio de la consagración.
Calendario de fechas de inicio.
Al final de estos 33 días preparatorios, se confesará, comulgará y se llevará a cabo el acto de consagración. También es posible tomar la fecha de cualquier otra advocación Mariana reconocida por la Iglesia a fin de llevar a cabo la consagración.
